Un viaje en siete paradas a través de la imaginación
(PUBLICADO EN GOODMOOD MAGAZINE #03)
Vamos a imaginar un viaje alrededor del
mundo. Sólo tienes que dejarte llevar y recorrer conmigo una calle de casitas
de papel que te guiaran a través de la imaginación por distintos lugares del
planeta.
Te propongo viajar a través de MI PEQUEÑA CALLE DEL MUNDO.
Utiliza tu imaginación e inicia el recorrido por esta calle híbrida multicultural
que he creado para ti en papel. Haciendo parada en cada una de estas casitas de
papel que representan la arquitectura de diferentes ciudades del mundo, te adentrarás a descubrir otras culturas, otras
costumbres y otras formas de vivir. Poniendo la mirada en los edificios y las
casas que te encuentras en el viaje podrás descubrir curiosidades e historias sorprendentes.
¡Comenzamos!
En esta primera parada de nuestro viaje podemos disfrutar
de una escapada rural en la montaña alpina y alojarnos en una casa tradicional construida
en madera. Tras una jornada de esquí sobre pistas de nieve suizas nos
imaginamos disfrutando desde su balcón, del encanto paisajístico de los valles,
bosques y picos nevados.
Esta
construcción, utilizada originariamente para cuidar de los animales de altas
cumbres, se ha convertido hoy en la casa preferida de esquiadores. Su cubierta
a dos aguas formada por grandes alerones que sobresalen de la fachada es capaz
de soportar grandes nevadas.
Imagina ahora un paseo por los jardines de la campiña
inglesa junto a una casa de campo de cuento de hadas con cubierta de paja y
estructura de vigas de madera. Después del paseo entre flores y vegetación, en
este cottage inglés te sentirás cómodo y relajado.
Este
tipo de construcción tradicional de la artesanía británica se realiza atando la
paja y cubriendo en diferentes capas la estructura de vigas de madera. Es en la
cumbrera donde, en la última capa de refuerzo, el “Thatcher” inserta algún
elemento decorativo a modo de sello personal.
Continuamos nuestro recorrido para hacer una parada junto
a unas pintorescas casas porteñas, que con una explosión de color, nos invitan
a imaginarnos entre sonidos de tango y ambientes evocadores argentinos, en La
Boca, uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires.
Estas
construcciones precarias de madera y chapa, con las fachadas pintadas de varios
colores, tienen su origen en un asentamiento junto a un riachuelo próximo a
fábricas de astilleros. Fueron construidas por inmigrantes italianos con chapas
de cinc y tablones de madera y las pintaron utilizando los restos de pinturas que
se desechaban en los talleres del puerto. Hoy en día se mantiene la tradición
de pintarlas de múltiples colores lo que las ha convertido en casas típicas de
postal.
Haz una parada en la costa oeste de Estados Unidos para
respirar el ambiente bohemio de las calles del barrio cuna del movimiento
hippie de los años 60. Imagina
encontrarte en un picnic a mediodía, en el centro de la pradera de césped de
Alamo Square de San Francisco, y disfruta de la vista panorámica de las famosas
“Painted Ladies”, con un espectacular fondo de rascacielos.
Estas
casas de estilo victoriano de gran colorido y situadas en una calle en cuesta,
tienen unas características únicas: grandes balcones, miradores múltiples,
amplio pórtico de entrada y escalera de acceso.
Dando unos pequeños pasos por nuestra calle multicultural
podemos trasladarnos al sur de África y adentrarnos en la cultura de la etnia Ndebele.
Estas vistosas construcciones sudafricanas con paredes de adobe y cubierta de
paja decoradas con símbolos y patrones geométricos eran pintadas
tradicionalmente por mujeres.
Los
dibujos representaban un código secreto para su pueblo y eran un método de
comunicación entre tribus. La tradición y el estilo artístico ndebele se
transmitía de madres a hijas a través de estas pinturas. Solían estar realizadas
con una línea negra sobre fondo blanco y coloreadas con tonos llamativos como
rojo, amarillo, azul, verde y rosa.
Imagina un paseo en barco por los canales de Ámsterdam y conoce
cómo vivían los mercaderes de los Países Bajos en tiempos lejanos. Estas viviendas
unifamiliares adosadas de fachadas estrechas de diferentes colores, nos hacen
sorprendernos ante un paisaje urbano único, cuyo reflejo se diluye a nuestro
paso en los canales de agua.
Muchas
de estas casas fueron antiguas viviendas de comerciantes que utilizaban el
altillo como almacén. En la parte superior se situaban ganchos con poleas para
izar las mercancías que se introducían por los grandes ventanales. Los
comerciantes más ricos construían casas dobles, más anchas y con doble acceso,
uno principal y otro secundario bajo la escalera.
En la última parada en nuestro viaje hemos sido invitados
a disfrutar del entorno tranquilo y relajante en una casa de té. Una invitación
que nos transporta a conocer la historia y la cultura japonesa tradicional y
aprender la práctica del ritual de la ceremonia del té.
Las
casas de té son pequeñas cabañas situadas en los jardines de las casas japonesas
y están construidas con materiales naturales. El acceso se realiza a través de
un camino conducido por un ritual de purificación de agua y tienen una pequeña entrada
a través de la cual los invitados acceden de rodillas, como signo de humildad.
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Guau! Me encanta! Qué paciencia y qué originalidad! :D
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